Un espacio en MarianoBraga.com en el que destacadas personalidades de la gastronomía, la enología y la cultura en Argentina y el mundo nos cuentan sobre ese vino que les dejó una huella. Esta vez, Guillermo Calabrese.

Guillermo Calabrese es cocinero

En mis años de juventud, siempre el vino estuvo presente en la mesa familiar, en salidas a comer, en fiestas. Lo cierto es que en aquellos años no existía tanta enorme cantidad de etiquetas como hoy día.

Recuerdo que en ocasión de nuestro compromiso, con mi mujer fuimos a comer al restaurante del Gato Dumas, en Recoleta. Yo, por lo general era y soy de tomar tintos livianos, como por ejemplo un Pinot Noir, pero mi mujer esa noche quería blanco. Eran épocas de blancos como el Bianchi Chablis, el Suter Etiqueta Marrón, el Bianchi Cinta de Plata y el Semillon de Humberto Canale. ¡Eran tan ricos esos vinos! Hasta que el mozo nos recomendó uno que no conocíamos. Dudamos un momento y luego decidimos probarlo. Se alinearon los planetas. Todo estuvo perfecto. El lugar, el momento, la compañía, la comida, la temperatura, todo. Todo estaba perfecto. Habíamos conocido al Castel Chandon. Fuimos amigos durante muchos años.

¡Qué hermoso cuando todo complota para asegurar un momento único! Lo que Guillermo nos cuenta aquí no hace más que refrescar esta idea de que la apreciación de un vino, en la mayoría de los casos, depende exclusivamente de nosotros, de nuestro estado de ánimo, de nuestras ganas de disfrutar.

Clásica etiqueta argentina, el Castel de Bodegas Chandon fue históricamente un blanco distinguido; un blend de Semillon y Chardonnay que ha marcado la vida de muchos de nosotros.