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Algo huele bien

Interesante y novedosa cuestión si las hay. Acá quiero compartir con ustedes los resultados de un estudio que jura que un Malbec, por ejemplo, puede oler a rosas si es que esos rosales se plantan por entre sus viñas.

¿Qué me dirían si les aseguro que plantar albahaca cerca de unas antiguas viñas de Chardonnay tiene un efecto directo sobre los aromas del vino que luego se hará a partir de ellas? ¿Acaso es posible que identificar un aroma a rosas en un denso Cabernet Sauvignon tenga relación directa con lo que sucedió en la viña? Parece que sí…

Todo surge a partir de una investigación llevada a cabo por Finca Propia, de la mano del reconocido enólogo Antonio Mas, la Universidad Juan Agustín Maza, de Mendoza, y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). El plan era, sencillamente, potenciar las características más destacadas de tres de los principales varietales que se dan en nuestro país: Malbec, Cabernet Sauvignon y Chardonnay, y obtener características de producción diferentes, innovadoras.

El proyecto se basa en la plantación de aromáticas en el viñedo, tanto como cobertura del suelo entre hileras como también como líneas de cultivo a su alrededor. La hipótesis plantea que, por las características de la vid, puede dar como resultado la potenciación de ciertos aromas naturales del cepaje que luego perduran durante la elaboración y se incorporan al vino.

Las distintas aromáticas utilizadas son rosa, albahaca, mostazilla, jarilla y llantén, entre otras, y cada una de ellas, aparentemente, influye de manera distinta en el aroma, color y gusto de cada varietal. Así, por ejemplo, la mostazilla se aplica preferentemente a los cepajes tintos y el linalol de la albahaca en los blancos.

¿Qué les parece? Estos primeros resultados abren un nuevo camino, porque demuestran que es posible que el olor de un vino esté influenciado directamente por las plantas aromáticas que rodeaban a las viñas que le dieron vida.

Quizás lo más interesante de toda esta investigación es que abre un novedoso panorama en la explotación vinícola, pudiendo redundar en lograr esa buscadísima singularidad en el producto.

“Los vinos que se esperan obtener están identificados con un concepto de terroir que aún no se ha trabajado y que permite lograr una mejor definición del mismo con un mayor nivel de especificidad. La investigación está orientada a vinos de alta gama, pero no quita que la posta la sigan otros investigadores en otros perfiles de vino”, destacó Antonio Mas, enólogo y fundador de Finca Propia. Y continua: “la aplicación de las aromáticas permite tener un approach científico de cómo influir sobre el terroir y dar un paso más allá para sacar más provecho del genotipo de una variedad (su ADN) y cambiar de forma natural el viñedo. De esta manera se obtiene una diferenciación en el terruño y, por consiguiente, en el vino a realizar”.

La primera piedra fue lanzada y, lo mejor, es que cual boomerang volvió con información suculenta que abre el juego aún más en la industria.

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